A las nueve de la mañana estaba esperando en Pelayo, amenazaba agua, y pensé que no vendría nadie, pero apareció Fermín , a continuación Oscarín, y nos fuimos a buscar a Carlos.
El líder espiritual del grupo nos había dejado libertad, aparente, ya que a las primeras de cambio nos la quitó, por las quejas de Oscarín, que si no es por aquí, que si no es por allí, y es que porque no te callas, pues nada, y hemos hecho lo de siempre seguir a Fermín.
Todo comenzó cuando en la senda del Peñafrancia a Fermín se le hincharon los .... de tanto llanear, cuando íbamos a dejar la senda para subir por el camping, nos dijo que bastaba de mariconadas, y que íbamos a subir el Mortirolo, para empezar a sudar, y en fila india fuimos subiendo como pudimos, a alguno todavía le daba tiempo a sacar fotitas, con nuestra cara de esfuerzo.
Después nos fuimos en dirección a El Curbiellu, bajamos por las Colmenas, y en un santiamén estábamos subiendo El Curbiellu, para bajarlo por detrás, la verdad que el recorrido nos fue sorprendiendo, ya que siempre lo hacemos en sentido contrario.
Eran las once de la mañana, y nos parecía muy pronto para abandonar la ruta así que Fermín nos sacó un conejo de la chistera, y pie en el suelo, y bicicleta en la mano, todos y cada uno de nosotros, y bien digo ya que hasta el líder se tuvo que bajar de la bicicleta, nos dedicamos a subir y bajar por una eucaliptera de Deva, alguno se confundió y tuvimos que hacer algún metro más. Cuando ya lo empezamos a ver claro, nos subimos a la bici, bajando por supuesto, pero de nuevo, con la bici al hombro, Fermín quiso besar el suelo, y después dice que siempre se cae cuando se para Martín...
De vuelta ya, nos cayó un pequeño chaparrón, y nos atechamos, Oscarín y Carlos querían también resguardar sus bicis y no nos dejaban espacio para atecharnos nosotros, fue un momento tenso pero lo resolvimos civilizadamente.
Para volver a casa, nos fuimos por la senda de La Provi, y llegando a El Muro, pensamos que mejor nos vamos a dedicar a patinar, pero otra vez será.
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