martes, 18 de diciembre de 2007

PERIOSTITIS



La periostitis no es nada mas que la inflamación del periostio(tejido que envuelve al hueso) producida por traumatismos o sobrecargas.
La causa habitual es un esfuerzo prolongado y repetido sobre la parte inferior de la pierna. Dos grupos musculares de la tibia son propensos a este tipo de dolor. La localización del mismo depende del grupo afectado.
El dolor anterolateral afecta a los músculos de la parte frontal (anterior) y externa (lateral) de la tibia. Este tipo de lesión es el resultado de un desequilibrio natural en el tamaño de los músculos opuestos. Los músculos anteriores de la pierna mantienen el antepié en alto y los músculos más largos y más fuertes de la pantorrilla (posteriores) bajan el pie cada vez que el talón toca el suelo al caminar o correr. Los músculos de la pantorrilla ejercen tanta fuerza que pueden lesionar los músculos de la parte anterior de la pierna.
El síntoma principal del calambre anterolateral es el dolor en la cara frontal y externa de la tibia. Al principio, el dolor se siente sólo inmediatamente después de que el talón toca con fuerza el suelo durante la carrera. Si la carrera continúa, el dolor aparece a cada paso, volviéndose finalmente constante. Por lo general, en el momento en que la persona acude al médico, la espinilla ya duele al tacto.Para que estas molestias desaparezcan, el corredor debe dejar de correr temporalmente y practicar otro tipo de ejercicios. Son útiles los ejercicios para estirar los músculos de la espinilla.

Los dolores posteromediales afectan a los músculos de la cara posterior e interna (medial) de la tibia (los responsables de levantar el talón justo antes de que los dedos del pie se aparten del suelo). Este tipo de afección suele ser el resultado de correr sobre pistas inclinadas o calles con desniveles y puede agravarse debido a la rotación excesiva del pie hacia dentro, o por el uso de zapatillas de deporte inadecuadas para prevenir tal rotación durante la carrera.El dolor producido por este tipo de lesión comienza habitualmente en el lado interno de la parte inferior de la pierna, aproximadamente entre 1 y 20 centímetros por encima del tobillo, y empeora cuando el corredor se para sobre los dedos o gira el tobillo hacia dentro. Si la persona sigue corriendo, el dolor llega incluso a la parte interna del tobillo, pudiendo extenderse por la espinilla hasta unos 5 o 10 centímetros de la rodilla.
El tratamiento principal consiste en dejar de correr y hacer otro tipo de ejercicios hasta que pase el dolor. Las zapatillas de deporte con talón rígido (la parte posterior del calzado) y los soportes especiales para el arco pueden resguardar el pie de una rotación excesiva. Evitar correr sobre superficies inclinadas puede ayudar a prevenir la recidiva de los dolores. Se recomienda la práctica de ejercicios de estiramiento de los músculos lesionados. En casos más graves, en los que se desgarra un fragmento del hueso de la tibia, puede estar indicada una intervención quirúrgica para fijarlo. Después de la cirugía, el paciente evitará correr durante largo tiempo. Algunos casos que no respondían a otros tratamientos se han curado con una terapia experimental, consistente en la inyección diaria de calcitonina (una hormona que forma el tejido óseo) o alendronato (un fármaco que retrasa la pérdida ósea) administrado por vía oral. En ocasiones, ninguno de los tratamientos disponibles es eficaz y el corredor debe abandonar este deporte definitivamente.

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