Este es la historia contada por él mismo:
"El 29 de diciembre me desplacé a la zona de Heredia a 50 kilómetros de la capital- para realizar un entrenamiento en altura", comienza Amador. "Estaba subiendo un puerto y me percate que había dos coches con los cristales tintados que me pasaron muy lentamente varias veces", continúa.
"Minutos después, al girar una curva, uno de los vehículos estaba cruzado en la carretera y tres hombres aguardaban mi llegada. Me dí la vuelta y a escasos metros, bajando, estaba el otro coche también bloqueando el paso, relata. "Por suerte encontré un camino de tierra a mi paso y no dudé en cogerlo. Empecé a acelerar el ritmo, pero no tardé en verles detrás de mí con un todoterreno", admite el joven corredor de Movistar.
"Llegó un momento en el que decidí tirar la bici en el camino y escapar a pie, pero cuál fue mi sorpresa cuando no se contentaron con tener la bici en su poder y me persiguieron disparándome con pistolas eléctricas", algo que supo después, ya que en un primer momento Amador pensó que le disparaban con balas de fuego. "Yo sólo escuchaba el disparo y que éstos impactaban en mis piernas. Salté varias cercas y me buscaba la sangre, pero pensaba que el miedo no me dejaba ver con claridad", relata.
Pero lo peor estaba aún por llegar. "De repente escuché un disparo más y todo quedó en negro. Cuando volví a abrir los ojos estaba tirado en el cauce de un río. Todo estaba oscuro y tan sólo podía ver lo que la luz de la luna iluminaba. Me dolía todo el cuerpo".
Andrey comenzó a caminar y a escasos kilómetros de donde le abandonaron sus asaltadores había un supermercado, desde donde le dejaron llamar a su hermano. "El suceso ocurrió sobre la una del mediodía y cuando desperté el reloj ya pasaba de las 19.00 horas", admite el costaricense afincado en Pamplona.
Sin embargo, la aventura de Amador no termina en el cauce de un río, ya que las secuelas del ataque hicieron peligrar su vida de ciclista. "Esa noche empecé a vomitar y me llevaron al hospital. Allí detectaron que los riñosnes no me funcionaban. El tratamiento no respondía y pronto empecé a tener problemas en el resto de órganos", reconoce con tranquilidad una vez que ha superado el susto.
"Se me encharcó un pulmón, comencé a perder tejido muscular del corazón y estaba tan hinchado que parecía un monstruo. Además, sólo podía estar sentado, respiraba a través de una mascarilla de oxígeno y estuve tres días tosiendo sangre". Aún así, Andrey nunca pensó en dejar de ser ciclista. "Sólo pensaba en recuperarme", comenta.
Por suerte, Amador salió adelante y dos semanas después pudo volver a casa, donde le deparaba una nueva sorpresa. Los atracadores pedían un rescate por su bicicleta, pero Andrey se negó a pagar. Finalmente, la bici fue abandonada y encontrada por un indigente, quien por varios colones la moneda oficial de Costa Rica- la devolvió a la tienda de bicicletas donde Andrey acude habitualmente cuando está en su país. "Ahora la tengo en casa como si de un trofeo más se tratara", dice con humor.
Su vida de ciclista estuvo en serio peligro, sin embargo el pundonor del costarricense le ha devuelto al pelotón y la XX Challenge a Mallorca después del susto.
Lo que digo una historia de auténtica película
1 comentario:
Yo cuando subo un puerto, estoy como para escapar. Estoy seguro de que me hubiesen matado. Pero ahora que lo pienso, ¿si me matan quien iba a pagarles el rescate de la bicicleta?. Jose Luis.
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