martes, 17 de enero de 2012

El extraño


Unos cuantos años antes de que yo naciera, mi padre conoció a un extraño, recién llegado a nuestra pequeña población. Desde el principio, mi padre quedó fascinado con este encantador personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia.

El extraño aceptó y desde entonces ha estado con nosotros.
Mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia; en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial.
Mis padres eran instructores complementarios:
Mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a obedecer.
Pero el extraño era nuestro narrador.
Nos mantenía hechizados por horas con aventuras, misterios y comedias.
El siempre tenía respuestas para cualquier cosa que quisiéramos saber de política, historia o ciencia.
¡Conocía todo lo del pasado, del presente y hasta podía predecir el futuro!
Llevó a mi familia al primer partido de fútbol.
Me hacia reír, y me hacía llorar.
El extraño nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba.
A veces, mi mamá se levantaba temprano y callada, mientras que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que tenía que decir, pero ella se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad. (Ahora me pregunto si ella habrá deseado alguna vez,  que el extraño se fuera.)
Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sentía obligado para honrarlas. Las blasfemias, las malas palabras, por ejemplo, no se permitían en nuestra casa… Ni por parte de nosotros, ni de nuestros amigos o de cualquiera que nos visitase. Sin embargo, nuestro visitante de largo plazo, lograba sin problemas usar su lenguaje inapropiado que a veces quemaba mis oídos y que hacia que papá se retorciera y mi madre se ruborizara.

Mi papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol. Pero el extraño nos animó a intentarlo y a hacerlo regularmente.
Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran distinguidas.
Hablaba libremente (quizás demasiado) sobre sexo. Sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos, y generalmente vergonzosos.

Ahora sé que mis conceptos sobre relaciones fueron influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el extraño.
Repetidas veces lo criticaron, mas nunca hizo caso a los valores de mis padres, aun así, permanecio en nuestro hogar.

Han pasado más de cincuenta años desde que el extraño se mudó con nuestra familia. Desde entonces ha cambiado mucho; ya no es tan fascinante como era al principio.

No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la guarida de mis padres, todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando por si alguien quiere escuchar sus charlas o dedicar su tiempo libre a hacerle compañía...

¿Su nombre?..



Nosotros lo llamamos Televisor...
¡Ahora tiene una esposa que se llama Ordenador
y un hijo que se llama Móvil 

PD:Texto sacado de la red

5 comentarios:

Jose dijo...

Ese extraño ya dejó de serlo hace tiempo. Al formar una familia, probablemente es el primero que pasa a ser parte de ella. Y además, es el que marca el ritmo en muchos hogares. Ya no es un extraño, es un pequeño dictador elegido y consentido.

Roberto dijo...

Hace 39 años entro en mi casa y no fue un extraño, era el deseado. Terminaban las visitas a la casa de mis tíos a ver programa como "Gala de domingo" y las pelis de los sábados por la tarde. Incluso podíamos ver a Valentina, Locomotoro, el Capitantan y los hermanos Malasombra a diario.
Cuando llego la segunda cadena ¡Ufff, era el no va mas!
Ahora yo me quedo con su esposa "Computadora" y el visionado a la carta sin cortes ni publicidad

Anónimo dijo...

Muy bueno Fer, muy bueno. cuando estas inspirau hay que reconocertelo, ese intruso tambien llegó a casa de mis padres para mostrarnos como el hombre llegaba a la luna (ese recuerdo es uno de los mas fuertes de mi infancia).. pero hoy ha perdido su encanto y poder de fascinación, casi hipnóticos (¡Oño, que curso toy).

Saludos de Alberto .

P.D. espero que el jefe nuevo no sea tan "certero" pa poner las reuniones y poder volver por el gimnasio

Anónimo dijo...

....somos malos mala sombra somos malos de verdad somos como una espina, que solo sabe pinchar, y mas malos que la quina....¡cagunmimanto Roberto!!! de lo que te acabes de acrodar y ya no vamos a cantar la de: Había una vez un barquito chiquitito.

Saludos y disculpas a Fer por usar los comentario en plan "chat"

Saludos de alberto "alloriau"

CIMAFERMIN dijo...

Tranquilu Alloriau estas en tu casa

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