Quiero contaros una
historia curiosa.Tal día como ayer, pero de mil ochocientos cuarenta y siete, se
autorizaba la creación (merced a una especialísima dispensa del Obispo de
Andalucía) del Cuerpo de Pajilleras del Hospicio de San Juan de Dios, de
Málaga.
Las pajilleras de caridad (como se las empezó a denominar en
toda la península) eran mujeres que, sin importar su aspecto físico o edad,
prestaban consuelo con maniobras de masturbación a los numerosos soldados
heridos en las batallas de la reciente guerra de sucesión española.
La primigenia autora de tan peculiar idea, había sido la
Hermana Sor Ethel Sifuentes, una religiosa de cuarenta y cinco años que cumplía
funciones de enfermera en el ya mencionado Hospicio de San Juan de Dios. Sor
Ethel había notado el mal talante, la ansiedad y la atmósfera saturada de
testosterona en el pabellón de heridos del hospital. Decidió entonces poner
manos a la obra y comenzó junto a algunas hermanas a “pajillear” a los robustos
y viriles soldados sin hacer distinciones de grado. Desde entonces, tanto a
soldados como a oficiales, les tocaba su “pajilla” diaria.. Los resultados
fueron inmediatos. El clima emocional cambió radicalmente en el pabellón y los
temperamentales hombres de armas volvieron a departir cortésmente entre sí, aún
cuando en muchos casos, hubiesen militado en bandos opuestos.
Al núcleo fundacional de hermanitas pajilleras, se sumaron
voluntarias seculares, atraídas por el deseo de prestar tan abnegado servicio.
A estas voluntarias, se les impuso (a fin de resguardar el
pudor y las buenas costumbres) el uso estricto de un uniforme: una holgada
hopalanda que ocultaba las formas femeniles y un velo de lino que embozaba el
rostro. El éxito rotundo, se tradujo en la proliferación de diversos cuerpos de
pajilleras por todo el territorio nacional, agrupadas bajo distintas
asociaciones y modalidades.
Surgieron de esta suerte, el Cuerpo de Pajilleras de La
Reina, Las Pajilleras del Socorro de Huelva, Las Esclavas de la Pajilla del
Corazón de María y ya entrado el siglo XX, las Pajilleras de la Pasionaria que
tanto auxilio habrían de brindarle a las tropas de la República.
En América latina, rara vez ajena a las modas
metropolitanas, las pajilleras tuvieron también sus momentos de gloria. Durante
la guerra civil mexicana, grandísimos auxilios brindaron a las tropas de todos
los bandos, las Hermanas de la Consolación, organización laica (aunque cercana
a la Iglesia) que ofrecieron la fatiga de sus muñecas para calmar los viriles
ímpetus.
Estas hermanitas recibieron pronto distintos y soeces
apelativos, fruto del inagotable ingenio popular, tales como las mami-chingonas
o las ordeñamécos.
De México la costumbre pasó a las Antillas, en donde
tuvieron particular éxito las sobagüevo dominicanas, todas ellas matronas
sexagenarias que habían elegido ocupar sus tardes en esta peculiar forma de
servicio social.
El último lugar en América donde hicieron fortuna estas
abnegadas damas, fue el Brasil.
Allí la columna Prestes fue acompañada en su marcha por una
trouppe reducida pero eficiente de damitas paulistas -llamadas beixapau- aunque
solamente se valían de ágiles movimientos de sus manos, conjuraban la
melancolía de los soldados. La costumbre desapareció tras la segunda guerra y
hasta la fecha se desconoce la existencia de otras congregaciones. Diversas
fuentes orales a orillas del Paraná comentan que en el villorrio conocido en el
siglo XIX como Pago de los Arroyos hubo un pequeño agrupamiento dedicado
durante algunas décadas a esa actividad. Eran conocidas como las “Hijas de
Nuestra Señora del Vergo Encarnado", en referencia y dudoso homenaje
póstumo a su anciana fundadora, fallecida con las manos en la masa, junto a un
soldado, en su día de descanso.
Yo he leído la historia y por eso la he posteado, pero ni
quito ni pongo rey.
5 comentarios:
¡Si no lo leo no lo creo!. Esta entrada y la del origen del "gilipollas" dan un poco que pensar.....
http://cimafermin.blogspot.com.es/2011/03/el-origen-del-gilipollas.html
Pues...piensa mal y acertarás
Yo ya lo habia oido.Antes creo que andaben por los cines.¿Hagote una pajina vida?,decian,y hala¡,al tajo.Por cierto:me acabo de enterar que murio la Matilde,de Cimavilla,esa si que sabia de pajes,que dios la coja en su seno,la probe tenia un master.Todo un personaje.Otru era uno que lu llamaben Polledo,andaba por el cine Goya,y por el Roma,pero esi era otru cantar.
Creo que van a poner unas en el Soplao , para sacer el ácido láctico.
Sería un incentivo mas para acudir a esa marcha, no estaría mal, aunque también habría que poner pajilleros.
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